Sant Jordi también tiene su lado más techie, y las ovejas eléctricas de Blade Runner son una muestra de ello. Más de cincuenta años después de su publicación, la novela de Philip K. Dick, Blade Runner, continúa marcando un punto de inflexión en la literatura de ciencia ficción.

La obra, que fue publicada inicialmente en 1968, cuenta la historia de un ex policía y cazador de androides que vive en un planeta derruido. La Tierra es sólo una sombra de lo que fue, el polvo se ha adueñado de todo, la tecnología es omnipresente y los animales se han convertido en un codiciado tesoro.

Pese a ello, la Tierra se ha convertido en el refugio de androides de última generación, idénticos a los humanos. Estos androides, que actúan como sirvientes de los humanos que han emigrado a colonias espaciales, buscan hacerse un sitio en el planeta Tierra para huir de su esclavitud.

¿Dónde está el límite entre los humanos y los androides? ¿Hasta qué punto han adaptado la tecnología como un elemento innato en su vida? ¿Cuál es la línea que cruza entre la realidad y la irrealidad? Estas y otras preguntas pone sobre la mesa Philip K. Dick con Blade Runner.