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Elon Musk: el empresario que soñó con cambiar el mundo desde Sudáfrica

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Elon Musk: el empresario que soñó con cambiar el mundo desde Sudáfrica

El empresario, originario de Pretoria, es la cabeza pensante de empresas como Tesla, SpaceX, Solar City o PayPal. A sus 46 años, Elon Musk continúa con su plan de mejorar el mundo y se atreve a cruzar una línea invisible con Neurolink: la del cuerpo humano.

Descripción

Llevar la innovación por bandera. Este es uno de los principales méritos de Elon Musk, el empresario sudafricano que se encuentra detrás de la irrupción de Tesla, SpaceX, Solar City y, recientemente, Neurolink. Empeñado en buscar soluciones para facilitar las actividades cuotidianas de la gente con la tecnología y dedicado por completo a sus proyectos, Musk empezó a soñar con cambiar el mundo desde Sudáfrica.

Musk nació en Pretoria en 1971 y fue el mayor de tres hermanos. Tal y como se recoge en la biografía no autorizada que realizó el periodista Ashlee Vance, el joven Musk no pasó una infancia fácil. El directivo sufrió acoso escolar y llegó a pasar más de una semana hospitalizado por las palizas que recibió.

Pese a ello, nada frenó a Musk. Con sólo doce años, el emprendedor comercializó su primer videojuego, al que llamó Blastar y que vendió por 500 dólares. A los 17, el empresario decidió desvincularse de su vida en Pretoria y se marcó como objetivo mudarse a Estados Unidos, aunque antes pasó unos años en Canadá, donde encadenó varios empleos basura.

En 1992 consiguió entrar en Estados Unidos a través de una beca en la Universidad de Pensilvania, desde donde empezó a fraguar dos ideas que sustentarían sus siguientes proyectos: encontrar fuentes de energía renovable y explorar el espacio. Para darle forma a todas estas ideas, Musk tuvo claro que Internet iba a ser el vehículo perfecto, pero le hacía falta un elemento indispensable: la financiación.

Con sólo un título universitario en su poder, sin ninguna propiedad y con sus padres en Sudáfrica, ¿cómo iba a conseguir Musk que un banco financiara sus proyectos? No era viable, por lo que decidió unir fuerzas con su hermano Kimbal y su amigo Greg Curry y lanzar en 1995 su primera empresa, llamada Zip2.

La buena acogida de Zip2, que gestionaba el desarrollo, alojamiento y mantenimiento de sitios web, se hizo patente en 1999, cuando Compaq decidió comprarla, en una operación con la que Musk obtuvo una plusvalía de 22 millones de dólares. Una vez conseguido el dinero, empeñado en facilitar las actividades de la gente, lanzó PayPal, uno de los primeros sistemas de pago electrónico.

PayPal nació en 1999 bajo el nombre de X.com, una empresa de servicios financieros y pagos vía correo electrónico. Un año después, la empresa de Musk se fusionó con Confinity, y en febrero de 2001 adoptó el nombre por el que todo el mundo la conoce. Al mes de iniciar su actividad, PayPal superó los 100.000 clientes. Fue tal su irrupción en el mercado que empresas como Visa y eBay intentaron cerrarla. Esta última, sin embargo, optó por seguir el dicho popular de “si no puedes con tu enemigo, únete a él”, y la compró por 1.500 millones de dólares en acciones en octubre de 2002.

La venta de PayPal marcó un punto de inflexión para Musk. A partir de su venta, el directivo amplió sus horizontes y se marcó objetivos más ambiciosos: en 2002 empezó a investigar la viabilidad de enviar un cohete a Marte, pero una vez más la falta de financiación le paró los pies. Por este motivo, optó por estudiar cómo se podrían producir lanzaderas especiales con reducción de costes, lo que dio como resultado el nacimiento de Space X.

Tan sólo un año después, la mente de Musk viró hacia las energías renovables y puso a los vehículos eléctricos en su punto de mira. Para zambullirse en este nicho, el directivo se apoyó en Martin Eberhard y Matt Tappenhing para fundar Tesla Motors, empresa que hoy en día continúa arrastrando pérdidas, pero que ha despertado el interés de inversores como el grupo chino Tencent.

“Invertiré hasta mi último dólar en mis empresas –dijo en su día Musk-; si con mi mujer tenemos que mudarnos al sótano de los suegros, lo haremos”. Y así lo cumplió. El empresario consiguió mover cantidades ingentes de dinero, aunque no cesó de poner en marcha nuevos proyectos, como la compañía de baterías solares Solar City o el tren hipersónico de Hyperloop (que de momento aún se encuentra en una fase inicial y se enmarca en la actividad de SpaceX).

La última aventura de Musk, de quien se dice que trabaja más de doce horas al día, se llama Neurolink. Con este nuevo proyecto, sin embargo, el empresario cruza una línea invisible que hasta ahora no se había atrevido a sobrepasar y lleva la innovación al cuerpo humano. La nueva ambición de Musk es conectar el cerebro humano con cualquier máquina, sobre todo para poder prevenir y tratar enfermedades como el párkinson o la epilepsia.

El primer reto al que se enfrentará el nuevo proyecto de Musk será obtener la confirmación de los gobiernos; mientras que el siguiente paso será el diseño y la creación de dispositivos que puedan implantarse en el cerebro.