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Miguel Vicente (Barcelona Tech City): “Nada se parece a la famosa crisis del año 2000”

05 Oct 2017 — 04:57
A. Pijuán
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El presidente de Barcelona Tech City y cofundador de Antai Venture Builder considera que el mercado ha corregido los desajustes del sector derivados de excesivas valoraciones y que la crisis de las puntocom queda muy lejos.

Miguel Vicente (Barcelona Tech City): “Nada se parece a la famosa crisis del año 2000”

 

 

Miguel Vicente es presidente del clúster Barcelona Tech City, pero en su currículum destacan muchos otros cargos. Licenciado en Ingeniería Industrial, este emprendedor en serie se zambulló en el sector digital en 2009 con LetsBonus, una plataforma online de cupones y descuentos. Tras la venta de la empresa a LivingSocial, Vicente intensificó su actividad en el sector como inversor y participó en la puesta en marcha de empresas como Deliberry, Glovo, Wallapop o Cornerjob. El directivo también forma parte de la red de mentores de Conector y desde 2012 lidera, junto a Gerard Olivé, Antai Venture Builder.

 

Pregunta: Dicen de usted que convierte en oro todo lo que toca e incluso le han apodado como el señor de las start ups. ¿Es así?

Respuesta: No, pero la verdad es que he tenido la suerte de contar con equipos muy buenos. Mi primera experiencia como emprendedor fue con LetsBonus en 2009 y llevo ya más de diez años en el sector. Con mi socio, Gerard Olivé, fundamos Antai Venture Builder , donde hemos contado con equipos muy buenos y hemos lanzado varias compañías que han crecido con fuerza y que han sido capaces de llamar la atención del consumidor. Pero me defino como una persona tremendamente trabajadora y con mucha pasión por lo que hago.

 

P.: ¿Qué ha cambiado desde que fundó LetsBonus en 2009 hasta ahora?

R.: Tres factores fundamentales. Primero, una mayor ambición internacional de los emprendedores, lo que nos lleva a ser capaces de crear compañías multinacionales con base aquí pero con una proyección internacional. Antes era un proceso muy paulatino. Segundo, cada vez hay una mayor capacidad de atraer talento y capital internacional, consiguiendo que los inversores internacionales, que pueden invertir en cualquier compañía del mundo, apuesten por invertir aquí. Y tercero, esa capacidad que ha tenido la sociedad de atraer y formar al talento.

 

P.: ¿Algo más?

R.: Quiero añadir también que cada vez ha habido más gente que ha creído en el emprendimiento. Hemos entrado en un círculo virtuoso en que han habido varios fondos de capital que han realizado sus primeras desinversiones con éxito y esto ha generado que haya un mayor interés privado. Este círculo también ha desembocado en role models como Lucas Carné, de Privalia, o Iñaki Ecenarro, de Trovit, entre otros.

 

 


 

P.: ¿La crisis económica fue un punto de inflexión para el boom de start ups?

R.: Sí. El otro día The Economist publicaba un estudio en el que señalaba que más del 50% de las grandes empresas que existen actualmente se crearon durante los años de crisis. ¿Esto qué quiere decir? Que los momentos de dificultad también son momentos de oportunidad, que permiten a los emprendedores romper con las reglas del sector con una idea disruptiva y ofrecer mejores precios, mejor servicio... Todo esto, conjuntamente con la revolución tecnológica, la penetración del móvil o las redes sociales, ha permitido que el sector digital haya podido crecer con independencia de la crisis económica.

 

P.: Antes se hablaba de empresarios, ahora de emprendedores. ¿Cuál es la diferencia?

R.: Para mi, los emprendedores son empresarios. Seguramente se ha puesto más de moda el uso de la palabra emprendedor en los últimos años porque tiene connotaciones distintas, pero continúan siendo empresarios. Lo que sí es cierto es que la sociedad, en ciertos momentos, no ha visto con muy buenos ojos al empresario y esta es una forma de, mediante una nueva denominación, trasladar valores distintos a la sociedad. En este sentido, la sociedad ha madurado positivamente en referencia a la labor de los emprendedores, y la revolución tecnológica que hemos vivido ha sido clave. La figura del emprendedor es muy sana en un mundo en el que no importa de qué familia vienes ni cuál es tu apellido, sino el talento y la voluntad de querer liderar la revolución. El cambio fundamental es que ahora en el mundo profesional está bien visto haber tenido experiencia como emprendedor, y esto es algo que faltaba. Se valora positivamente haber vivido una experiencia emprendedora, independientemente de si ha fracasado o no.

 

P.: Entonces, ¿se está dejando atrás el miedo al fracaso?

R.: Está cambiando. Se entiende que emprender significa apostar por algo nuevo, que no se ha probado. Dentro de ese proceso hay un aprendizaje continuo, y la única forma de aprender y hacer algo grande es equivocarse.

 

 

 

P.: Los copycats están a la orden del día en España. ¿Es malo copiar o es mejor tener ideas nuevas?

R.: No, en absoluto. El copycat no es otra cosa que inspirarse en un modelo de negocio que ha funcionado en otro país y traerlo al tuyo. No es que estén de moda en España ahora, sino que se ha hecho siempre en todos los países  y en todos los sectores. Si analizas la composición de las compañías cotizadas en bolsa de todos los países del mundo tienen, básicamente, la misma tipología de empresas compitiendo en diferentes mercados. Por lo tanto, no es algo propio de Internet. Igualmente detrás de eso está un emprendedor que ha apostado por traer un modelo de negocio a su país, con los riesgos que supone, y adaptarlo localmente. Es buenísimo en el ámbito de la innovación, porque permite que haya una adopción de esta tecnología. Aunque es cierto que lo que demuestra la madurez del sistema tecnológico es lograr tener las dos cosas, y cada vez surgen más iniciativas propias.

 

P.: ¿Por qué es tan atractivo invertir en start ups si su riesgo de mortalidad es tan alto?

R.: Son muy altos porque hablamos de proyectos que salen a descubrir un sector y ofrecen algo totalmente nuevo. Unos funcionarán, otros no, pero esta es la clave de la innovación. Y en esa ecuación es donde radica el éxito. Ocurre en muchos sectores como la música o el retail, pero seguramente en el sector digital es más intenso porque lo que se hace es totalmente disruptivo. Por eso siempre recomiendo a los inversores que la inversión sea consistente, ordenada, diversificada y con un plazo de tres a cinco años. Y que no inviertan solos, porque las compañías pueden tener dificultades por el camino y hay que apoyarlas.

 

P.: ¿Existe una burbuja de start ups?

R.: Creo que cada vez hay más gente dispuesta a emprender y más capital dispuesto a invertir en estas compañías. Puede ser que en algún momento haya podido haber un exceso de alegría en las valoraciones, pero el propio mercado lo ha corregido. El sector ha sido capaz, a diferencia de lo que pasó durante la crisis de las puntocom, de normalizarse. Hay buenas y malas compañías, no hay irracionalidad detrás.

 

 

 

P.: ¿Entonces considera que no volverá a ocurrir una crisis de las puntocom?

R.: Creo que actualmente vivimos una situación estable, se ha producido una cierta corrección en los dos últimos años derivada del propio mercado de capitales. Habrá proyectos que van a funcionar y otros que no. Por eso es importante diversificar. Lo que está claro es que la mayor parte de las compañías cotizadas son empresas rentables, con generación de ingresos, con buenos múltiplos... Nada se parece a la famosa crisis del año 2000.

 

P.: Una de las percepciones del sector es que impera la fórmula “fundar, crecer rápido y vender”. ¿Está ocurriendo?

R.: Quizás esta es la sensación que se tiene desde el exterior. Es una mala idea fundar una compañía para venderla, porque normalmente quiere decir que se toman ideas muy a corto plazo. Evidentemente, muchas de las empresas que se crean están sujetas a que pueda haber un determinado exit o salida, entre otras cosas porque muchos de los inversores buscan esto. A veces lo que ocurre es que estas start ups entran en industrias más grandes con players más consolidados que disponen de más recursos y que luego deciden apostar por una innovación o una disrupción tecnológica que ha hecho la propia start up. De hecho, creo que es una asignatura pendiente que haya mayores adquisiciones por parte de los grandes grupos corporativos.

 

P.: ¿Cuáles son las principales deficiencias del sector digital en España?

R.: Destacaría tres factores clave. Es especialmente relevante que tengamos una fiscalidad de los planes de stock options que nos permitan ser competitivos con otros países para atraer al mejor talento. Otro de los factores necesario es, probablemente, un marco fiscal más favorable para la reinversión. Este sería muy positivo porque permitiría que, en el ciclo de salidas, el capital se reinvirtiera en otros proyectos. Y, en tercer lugar, echo de menos que las universidades estén más involucradas, que haya un mayor número de proyectos que surjan de estas. También destacaría que es necesaria una mayor implicación de las corporates, que es otra de las patas de las que se debe mejorar el engranaje aunque se hayan visto muchos más movimientos en este ámbito.

 

 

 

P.: Pero teniendo en cuenta los recursos financieros y la capacidad de inversión que tienen las grandes corporates, ¿no están yendo demasiado despacio?

R.: Esta es una de las grandes asignaturas que tenemos pendientes, pero en los últimos años los grandes grupos corporativos se han dado cuenta de que la innovación ha de venir de dentro, pero también de fuera, y que la mejor manera es combinarla. Y derivado de eso, entiendo que vendrán más adquisiciones. Está en proceso.

 

P.: ¿Qué sectores serán los próximos en ser disruptidos?

R.: El financiero es uno de los sectores donde los bancos se verán más afectados por las fintech, no se van a parecer en nada en los próximos cinco años. El sector de las aseguradoras, con las insurtech; el sector del automóvil y también otros sectores más tradicionales, como el real estate.

 

P.: Entonces le van a dar la vuelta a los sectores más tradicionales...

R.: Sí, por los entornos regulatorios, por la propia concentración del sector... Hay una oportunidad importante.

 

 

 

P.: Spotify mató a Discos Castelló, Netflix a Blockbuster y Amazon a las librerías. ¿Cuál será el próximo modelo de negocio afectado?

R.: Estamos viviendo una revolución tecnológica rapidísima sin precedentes. Todos los sectores y empresas, incluso las del propio sector tecnológico, deben de tener una capacidad de respuesta rapidísima. Si no alguien va a llevarse su trozo del pastel. En el mundo del retail, por ejemplo, ya se están produciendo estos cambios. Pero hay que mirarlo desde un punto de vista positivo: fijarse en la capacidad de generación de riqueza y el impacto en la sociedad y en la cultura.

 

P.: ¿A qué velocidad evolucionará en los siguientes años?

R.: Irá cada vez más rápido, la adopción de la tecnología por parte de los usuarios es cada vez más rápida. El producto que antes tardaba cinco años en penetrar en el mercado, ahora lo hace en uno. Las redes sociales, la conectividad... Cada vez será más rápido y más difícil identificar los cambios.

 

P.: Imagino que la exigencia del consumidor se incrementará en paralelo...

R.: Por supuesto. Hay una mayor trasparencia de precios, de propuestas... Las redes sociales permiten al consumidor estar al frente y esto ha cambiado la forma en cómo consume.

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