Miquel Martí (Barcelona Tech City): “Barcelona necesita ‘big players’”
El consejero delegado del clúster empresarial Barcelona Tech City considera que la capital catalana necesita grandes corporaciones que se instalen en ella y funcionen como polo de atracción para otras compañías.
Miquel Martí es el consejero delegado de Barcelona Tech City, un clúster empresarial que tiene como objetivo promocionan la imagen de Barcelona como hub tecnológico y crear sinergias entre los diferentes actores del ecosistema digital. El directivo está al frente de la organización desde 2013, pero antes de dar el salto a la tecnología ocupó el cargo de director de desarrollo de negocio en Biocat. Martí, que está licenciado en Ingeniería Industrial por la Universitat Politècnica de Catalunya y es MBA por Esade, considera que el Estado debería tender un puente de diálogo con las diferentes empresas de economía colaborativa porque “no es bueno para nadie tener el récord mundial de multas a estas plataformas”.
Pregunta: ¿Qué factores impulsan la creación de Barcelona Tech City?
Respuesta: Hace cinco años, varios de los emprendedores más importantes de la ciudad se dieron cuenta de que en todo el mundo se estaban organizando grandes hubs tecnológicos y que todos estos eran ciudades: Boston, París, Londres… Se estaba jugando a una competición mundial de ciudades. Se observó que muchas de estas ciudades tienen una organización, a veces pública, a veces privada, y a veces público-privada, que contribuye a poner orden en un ecosistema que tiende al caos. Dentro de esta reflexión, se habló con el Ayuntamiento para lanzar toda una serie de iniciativas que apoyaran al ecosistema del emprendedor y una de ellas fue una organización que aglutinara a la mayoría de actores del sector. La idea era que Barcelona también debía jugar en la liga mundial de ciudades tecnológicas.
P.: ¿Qué medidas se han tomado para poner orden al caos de este ecosistema?
R.: Se han puesto una serie de etiquetas e identificado a los diferentes actores del ecosistema. Para Barcelona, por ejemplo, es muy importante identificar a aquellas empresas internacionales tecnológicas que se han ubicado en la ciudad. Como ciudad, tenemos que intentar atraer al mayor número de organizaciones, de talento y de inversores internacionales que podamos para que el ecosistema sea más conocido.
P.: ¿Qué le falta a Barcelona para llegar al mismo nivel que hubs como Londres o París?
R.: Para empezar, sería necesario mejorar la parte de transferencia tecnológica. Los proyectos tecnológicos surgidos de la Universidad deberían empezar a ser una base importante de las empresas de Barcelona. En el ámbito de la inversión, pese a que hay muchísimo dinero en el mercado, hay que mejorar la fase crítica de la valle de la muerte de las start ups, que es cuando necesitan el dinero para empezar la fase de crecimiento y lanzarse a la búsqueda de inversores internacionales.
“Barcelona necesita ‘big players’, pero es difícil no siendo una capital de Estado”
P.: ¿Qué más necesitaría?
R.: Barcelona como ciudad necesita big players. Es difícil no siendo una capital de Estado. Necesitamos grandes organizaciones que vengan aquí: Mobile World Congress, Amazon o Airbnb son ejemplos de cómo un ecosistema puede crecer gracias a la implicación de grandes organizaciones en él. El impulso de la candidatura de Barcelona como sede de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) supondría también un importante impacto en esta línea. Necesita seguramente un champion mundial que tenga interés por instalarse, pero no sólo con una oficina comercial, sino por esta parte de aportación de valor que atrae al resto del ecosistema. Esto sólo se consigue a través de la propia innovación.
P.: Madrid, Barcelona y Valencia se alzan como principales hubs tecnológicos de España. ¿Hay oportunidades para emprender fuera de estas ciudades?
R.: Yo creo que ahora mismo es posible emprender desde cualquier sitio. La teoría y la práctica dice que se puede, Hawkers emprende desde Elche, que no es el hub tecnológico más grande del mundo. Creo que las premisas son otras, evidentemente estar en una gran ciudad te ayuda en dos cosas: talento y dinero. Pero si tienes una idea en la que tu mercado es global, puedes emprender en el momento en que te sea más cómodo y, a la vez, donde puedas encontrar todos los elementos necesarios para construir tu empresa.
P.: ¿El Estado infravalora a las start ups?
R.: No creo, el Estado cuenta hasta con un ministro de Agenda Digital. Lo que sí que es cierto es, que si lo mides en términos de Producto Interior Bruto (PIB) no es la principal prioridad, aunque poco a poco irá cambiando. Es inevitable, si ahora te fijas en las grandes empresas del Ibex es bastante probable que algunas de ellas no existan o se hayan digitalizado totalmente en la próxima década. Si las miras ahora, todas ellas están transformándose digitalmente. Si hace diez años a alguien le hubieran dicho que el director general del BBVA sería el ex responsable de digitalización, no se lo hubiera creído. Una oportunidad de mejora en este ámbito también sería repensar el marco regulatorio y fiscal, que está pensado para el sector del corporate pero no es aplicable en el mundo de las start ups
“El Estado tiene la posibilidad de convertirse en uno de los primeros lugares del mundo que regule de forma correcta la economía colaborativa”
P.: ¿Qué les preocupa a las empresas del sector digital?
R.: Talento y dinero. No hablo de talento en general, cuando las empresas crecen hasta cierto nivel necesitan talento especializado con un alto grado de conocimiento, y están dispuestas a pagar por ello. Y, evidentemente, con el talento va el dinero: si estas empresas quieren crecer y escalar, es una parte primordial. Otra de las preocupaciones, en función del negocio, es el marco regulatorio y financiero. No puede ser que cuando una empresa está empezando tenga unas cargas empresariales que le impidan coger la inercia necesaria para crecer. En este aspectos tenemos margen de mejora. El marco regulatorio también es una oportunidad de mejora. El Estado tiene la posibilidad de ser uno de los primeros lugares del mundo donde se pueda regular de forma correcta la economía colaborativa. Y esto significa tener una cierta voluntad de diálogo, querer acercar el mundo tradicional al digital. No es bueno para nadie tener el récord mundial de multas a este tipo de plataformas.
P.: Existen más de 2.660 start ups en toda España, ¿hay espacio para tantas empresas?
R.: Y tendría que haber más. ¿Por qué tenemos que ponerle un límite? Al final, esto es un proceso de selección natural, según cuenta Bill Gates, del 100% de las empresas que conoce de Silicon Valley, sólo le gustan un 5%. La teoría dice que los inversores sólo invierten en un 2% de las compañías que conocen. Cuantas más mejor: más gente formada y conocimiento acumulado en el ecosistema. Cuántos más fracasos, más gente habrá aprendido de ello.
“Hay filias y fobias en relación al emprendedor”
P.: ¿La figura del emprendedor está mitificada?
R.: Mi padre es emprendedor desde hace cuarenta años y lo tengo mitificado porque es mi padre. Pero el emprendedor es alguien que se atreve a lanzar su propio proyecto, y se tiene que respetar.
P.: Pero en los propios medios de comunicación ha cambiado la forma en cómo se trata esta figura…
R.: Por lo que veo, hay filias y fobias. Pero los emprendedores son gente normal que tienen las narices de poner en marcha su propio proyecto empresarial. Esto se tiene que respetar, pero ¿mitificar? No se tiene que mitificar a nadie, porque los mitos caen siempre.
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