¿A dónde vas sin un buen propósito?
Pensarás que te hablo de comer mejor, ir al gimnasio, mejorar el inglés o ahorrar para el viaje a Bali. No, la verdad. Te hablo del verdadero propósito que guía tus ganas de emprender y, por tanto, tu start up.
Cualquiera tenemos ideas de negocio. Si nos damos cuenta de que hemos tardado dos meses en encontrar los zapatos de nuestros sueños, se nos ocurren ideas de negocio al respecto: zapatos que valgan para montaña, para playa y para ir a ese sarao de etiqueta; una tienda online que venda zapatos en un click y que lleguen volando a tu casa en un abrir y cerrar de ojos; o una app en la que, si pones los centímetros que miden tus pies, te busca la marca que fabrica la horma adecuada para ti.
Pero, ¿todos tenemos un propósito para nuestro negocio? Creo que no es tan habitual como pensamos. De hecho, a mí me pasó en mis primeras empresas. No tenían un propósito claro más allá de “ganar dinero”. Y eso, al final pasa factura. ¿Sabes por qué? Porque las ideas te siguen llegando y algunas te hacen pensar que te harán ganar más dinero que la que estás desarrollando en ese instante. Eso hará que tu foco cambie de lugar y que la nueva idea te parezca atractiva y que cumple mejor ese propósito flaco y débil que es llenarte los bolsillos simplemente.
Puede que tu experiencia haya sido diferente y que siempre hayas tenido claro cuál es el gran propósito de tu empresa. En ese caso, mi más sincera enhorabuena. Sin embargo, si eres como yo y como muchos otros, puede que hayas tardado en encontrar esa brújula poderosísima que es el propósito. O incluso, puede que estés ahora en su búsqueda.
Si te sirve mi experiencia, te cuento qué tuve que hacer para encontrar el mío. No fue tarea sencilla pero, desde que tengo claro cuál es mi propósito, todo me parece más sencillo y que tiene mucho más “flow”. Me siento fluir en el negocio y siempre creo que voy a encontrar la forma de llevarlo más adelante.
Lo primero que tuve que hacer fue tener claros mis valores personales. Salieron a la luz después de una reflexión profunda en la que me di cuenta de que siempre habían estado allí: relaciones positivas entre las personas, libertad y crecimiento personal. Los tuyos serán otros y seguramente muy diferentes. No hay valores buenos y malos. Los valores son los tuyos y están dentro de tu misma esencia. Son los que son.
Cuando se conocen cuáles son los valores personales, ya puedes descartar muchísimos negocios que no van contigo. A la vez, comenzarás a fijarte más en aquellos que encajan como un guante, llamando tu atención como miel golosa y sabrosona. Pronto, irás sumergiéndote en tu propósito, a la vez de éste emergerá entre todo lo demás. En ese momento, ya lo tienes.
En mi caso, el propósito de Hiwook es el proporcionar igualdad de oportunidades (libertad) independientemente de género, edad o procedencia (relaciones positivas entre las personas) de acceso al empleo y a la formación (crecimiento personal).
Conocer tu propósito hace que todo sea sencillo porque, cada mañana al levantarte, sabes que estás dando un paso más en total consonancia con tu esencia, con tus valores. Puedes pensar que eso es sólo importante para ti, pero te sorprenderías de la potencia que tiene el comunicar un mensaje con el que estás alineado al 100 % desde lo más profundo de tu ser.
Para el próximo año, te invito a que dejes de lado tus propósitos de tercera clase como las clases de inglés y el ir más al gimnasio, y que te pongas manos a la obra en la búsqueda de tu verdadero propósito. Si te parece, dentro de un año hablamos y me cuentas qué tal te ha ido.