Llevo unos cuantos meses buscando activamente mujeres que tengan puestos claves en empresas tecnológicas o start ups, especialmente CEO. Además, como un plus, también busco que ellas hayan sido fundadoras y que hayan arriesgado sus pelas para llevar unal proyecto adelante.
Pregunto a todo quisqui si conoce a alguien con esas características. La mayoría no conoce ningún caso, no ha oído de ninguna, no tiene ni idea de si hay o no. Como sé que “haberlas haylas”, pues sigo con la búsqueda, aunque me río yo de los que buscan unicornios.
Leí esta semana que sólo un 1% de las start ups que levantaban financiación estaban lideradas por una mujer. Desde luego, una cifra espeluznante si tenemos en cuenta que el género femenino supone un 51% de las personas del mundo. Pero tampoco sorprende sabiendo que sólo el 5% de las empresas del mundo están lideradas por mujeres. O que la presencia de féminas en puestos directivos ronda la pírrica cifra del 20%.
No te voy a ocultar que, conociendo esos números, y teniendo en cuenta que ahora estoy desarrollando un proyecto tecnológico, escalable y global; una fan de la estadística como yo debería estar de lo más asustada por el oscuro futuro que parece tener delante. ¿Puedo ser de ese mínimo 1% de mujeres que logran crear y lanzar una start up de éxito, o me quedaré en la estacada con la mayoría?
Me gustan las minorías. Puede que me gusten porque me suponen una justificación personal ya el ser mujer, de pueblo, ingeniera, psicóloga, madre de familia numerosa y emprendedora me deja, sí o sí, en una minoría. Haciendo cálculos con números gordos, creo hay un 0,00002% de personas con mi perfil. Vamos, lo que se define por minoría.
Ante este panorama, no me voy a dejar apabullar por las cifras desalentadoras. Voy a tirar adelante y coger todas las oportunidades que me surjan. Al fin y al cabo, eso mismo es lo que hacemos todas las personas a las que guían nuestros sueños, el que salimos adelante por donde sea y cuando sea. Somos pacientes, sabemos esperar a que llegue el momento adecuado para poder conseguir lo que queremos. Esta forma de ser y de ver la vida, al igual que muchas otras, no entiende de género, ni edad, ni procedencia. Porque lo que queremos es libertad para llegar a nuestras metas.