La disputa entre NVIDIA y Tesla sobre el uso de sensores en vehículos autónomos
La conducción autónoma enfrenta grandes desafíos tecnológicos y computacionales, lo que dificulta su llegada en esta década, según expertos de NVIDIA.
La conducción autónoma ha sido una promesa constante en la industria automotriz, pero los expertos aseguran que los coches verdaderamente autónomos no verán la luz en esta década. Ali Kani, jefe de la división automotriz de NVIDIA, ha expresado que la implementación de esta tecnología es "súper difícil" y que actualmente carecemos de la potencia informativa y la tecnología necesaria para lograrla a corto plazo.
Según Kani, la conducción autónoma requiere capacidades computacionales mucho más avanzadas, mayor ancho de banda y la incorporación de sensores sofisticados como LiDAR y radares, así como algoritmos redundantes para garantizar un funcionamiento seguro. "Todo eso debe funcionar en paralelo, lo que supone más computación", destacó.
El enfoque que mantiene NVIDIA contrasta significativamente con el de Tesla, que confía únicamente en cámaras para sus sistemas de conducción. Mientras NVIDIA insiste en la necesidad de una variedad de sensores para garantizar la seguridad, Tesla argumenta que su vasta flota de vehículos en circulación le permite aprender de forma más rápida y eficiente, lo que a la larga podría reducir sus gastos en el desarrollo de esta tecnología.
Tesla, por su parte, ha hecho promesas ambiciosas, incluyendo la afirmación de que sus vehículos completamente autónomos estarán en las calles para 2027. Sin embargo, estas declaraciones han sido objeto de escepticismo, y muchos analistas se preguntan sobre la viabilidad de estos plazos. A pesar de esto, Musk ha indicado que espera iniciar la fabricación de sus robotaxis el próximo año.
A nivel del mercado, se estima que un servicio de robotaxis como el que propone Tesla podría representar un 60% de los ingresos de la compañía en 2029, elevando su valoración hasta los 800,000 millones de dólares. Sin embargo, la realidad actual muestra que, a pesar del potencial, muchos esfuerzos en el ámbito de la conducción autónoma han fracasado o han tenido que hacer frente a numerosas complicaciones, como es el caso de Cruise, cuyo servicio ha sido criticado y está limitado a áreas específicas.
En conclusión, aunque la conducción autónoma sigue siendo un tema apasionante y lleno de oportunidades, la falta de tecnología y la necesidad de un enfoque más responsable por parte de las empresas están retrasando su implementación. La promesa de un futuro con vehículos autónomos sigue lejanas, mientras la industria navega por los desafíos técnicos y éticos que implica este avance.