Las ‘aves fénix’ del emprendimiento: de ‘start ups’ frustradas a negocios rentables

Empresa

Las ‘aves fénix’ del emprendimiento: de ‘start ups’ frustradas a negocios rentables

Varios emprendedores han conseguido el éxito tras haber apostado por un proyecto fallido. Desarrollar un producto sin encaje en el mercado y la falta de recursos económicos son las principales razones por las que los negocios se ven abocados al fracaso.

Descripción

El emprendimiento es como una partida de póker. Marcos Alves, fundador de El Tenedor, hizo un all in al inicio de su carrera profesional y perdió, mientras que Gerard Olivé, cofundador del fondo Antai Venture Builder, se sacó un as de la manga para pivotar su negocio y salvarlo. Son varios los casos de emprendedores que consiguieron crear empresas rentables, pero que anteriormente tuvieron algún fracaso. Se trata de las aves fénix del emprendimiento: resurgieron de las cenizas de start ups fallidas, que no calaron en un determinado mercado y que no cuajaron en una mesa en la que jugaban players más poderosos.

El emprendimiento no resulta sencillo cuando los datos no avalan su viabilidad. El 70% de las start ups tecnológicas terminan fracasando en un plazo de veinte meses desde que reciben su primera ronda de financiación, de acuerdo con el estudio The Top 20 Reasons Startups Fail de CB Insights. La razón principal por la que estos proyectos cesan su actividad es que el mercado no tiene necesidad de ese producto o servicio.


“No todo el mundo vale para emprender”, asegura Alberto Jiménez, cofundador y consejero delegado de la marca de alimentos orgánicos Smileat, a Kippel01. “Son palabras duras, pero realmente hay que tener una serie de cualidades que no se pueden forzar –explica-; por lo que incentivar a emprender a todo el mundo no es bueno”.

El directivo, que durante su carrera ha estado vinculado al mercado digital y a la inversión, cofundó el ecommerce Bukingo en 2011, un proyecto de liveshopping que no cuajó. “El mercado estaba preparado para dos o tres players máximo, por lo que nos caímos los que teníamos menos recursos”, explica Jiménez. La falta de fondos es la segunda razón por la que las start ups se ven abocadas al fracaso. En el caso de Bukingo, las dos empresas que se llevaron el gato al agua fueron Groupon y Offerum. “Ellos también ofrecían descuentos y contaban con una mayor financiación -señala el directivo-; no supimos pivotar a tiempo y especializarnos en algo concreto”.

Pivotar es lo que hizo Gerard Olivé, cofundador del fondo de capital de riesgo Antai Venture Builder, cuando su proyecto Fancybox, una plataforma de compra de cajas de belleza que lanzó en 2012, “no caló” en el mercado latinoamericano. “Pivotamos mediante una fusión con Bepretty y pasamos a un modelo de marketplace que nos permitió reaprovechar toda la base de datos y al equipo”, explica el directivo a este medio.

De este modo, Olivé, cofundador de Glovo y Wallapop, consiguió dar un golpe de timón que evitase que Fancybox fracasara. “Cuando estás luchando en un negocio y te ves en la obligación de pivotar es porque ese negocio no está bien –expresa el directivo-; lo primero que aprendes es a levantarte tú, luego a motivar a un equipo hacia un nuevo proyecto, y a volver a ganar la credibilidad con los socios y conseguir entusiasmarles”.

¿Es necesario disponer de un buen colchón económico para intentarlo de nuevo? Para Jiménez resulta primordial “tener recursos para invertir y disponer de un track record antes de hablar con inversores”, mientras que Olivé considera que “depende del tipo de negocio y de la personalidad y visión del riesgo del emprendedor”. Por su parte, Carlos Jiménez, fundador y consejero delegado de Valeet, una aplicación dedicada a la búsqueda de aparcacoches, cree que “el hambre agudiza el ingenio y cuando lo pasas mal es cuando te esfuerzas en dar con ideas”, porque el fracaso sirve “para aprender y para no cometer un mismo error”.

Jiménez aprendió de sus errores con Infomultas, una plataforma que permitía a los usuarios saber si tenían alguna multa realizando una búsqueda a partir de su documento de identidad o la matrícula de su vehículo. “El proyecto nos explotó en las manos –relata-; no medimos muchas cosas y no estuvimos preparados legalmente”. El negocio no funcionó, pero eso no detuvo a Jiménez para seguir levantando empresas. 

Y es que cuanto más fracasa un emprendedor, más probabilidades tiene de que le vaya mejor en sus próximos proyectos. Así lo señala el Mapa del Emprendimiento 2017 de Spain Startup South Summit, el cual remarca que mientras que una persona que ha lanzado una start up tiene una probabilidad de fracasar del 33%, la cifra se reduce al 20% cuando dicho individuo lleva cuatro lanzamientos de start ups a sus espaldas.

“El bagaje personal y profesional contribuyó a que me lanzase en el proyecto de El Tenedor con nuevos conocimientos que ayudaron al éxito”, asegura Marcos Alves, fundador y consejero delegado de El Tenedor. El directivo fracasó en su primer proyecto por “falta de experiencia y conocimientos en algunas áreas como recursos humanos o temas legales”.

Lo que llevó a Alves a emprender de nuevo fue el llevarlo “en el ADN”. Según el directivo, “no es algo que decidas de un día para otro, se precisa convicción y también una buena dosis de sacrificio –explica-; en mi caso, un proyecto me llevó a otro ya que tanto la empresa con la que emprendí la primera vez como El Tenedor eran del mismo sector, por lo que ni me lo pensé”. Porque pensárselo demasiado puede ser contraproducente. “Nunca hay que esperar mucho para lanzar un producto”, asegura el fundador y consejero delegado de Valeet, quien considera que en el mercado actual “es más complicado competir”.

Según Jiménez, “ahora hay más inversión, está todo más profesionalizado y hay tanta oferta que es más complejo destacar”. Por su parte, el cofundador del fondo de capital de riesgo Antai Venture Builder considera que el mercado actual es más grande que hace una década y resulta más sencillo atraer talento altamente cualificado a una empresa de nueva creación digital. “Es una buena noticia para el sector y para el emprendimiento”, apunta Olivé.

En ese aspecto, los nuevos empresarios pierden cada vez más el miedo a que su proyecto no funcione. El 38,9% de los emprendedores españoles considera el miedo al fracaso un escollo para iniciar un negocio, según el informe Global Entrepreneurship Monitor de 2017, una cifra que se ha visto reducida un 6,1% respecto al año anterior.