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Wayra acelera el ritmo para agitar al ‘elefante’ de Telefónica

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Wayra acelera el ritmo para agitar al ‘elefante’ de Telefónica

“Se puede hacer bailar a un elefante como Telefónica”, aseguraba José María Álvarez-Pallete sólo un año después del lanzamiento de Wayra. Siete años después, la teleco reformula su programa de aceleración con un objetivo claro: que la innovación impulse los futuros ingresos de Telefónica.

Descripción

Los días de Wayra como aceleradora llegan a su fin. El programa que iba a hacer “bailar a un elefante como Telefónica” como aseguró José María Álvarez-Pallete un año después de haber lanzado el proyecto, ha decidido adoptar un nuevo ritmo cuando se cumplen siete años de su nacimiento y reconstruir sobre sus propios cimientos. ¿El objetivo? “El elefante tiene que bailar con las gacetas, y no pisarlas”.

Así lo aseguraba ayer Miguel Arias, ex director de operaciones de Carto y actual director global de Telefónica Open Future, en la presentación de la nueva Wayra en el Distrito C. El símil no es baladí, el elefante (Telefónica) suma un nuevo compañero de baile: las start ups. Y no pisarlas debe ser su máxima prioridad dado que, tal y como se repitió en diferentes ocasiones durante el acto, estas son las claves de los futuros ingresos de Telefónica.

¿Por qué elegir a este compañero de baile? Desde sus inicios, Wayra se concibió como una forma de acercar la innovación a Telefónica. El método para conseguirlo fue crear una aceleradora en la que resolvían uno de los principales problemas de las start ups en ese momento: la falta de financiación. Los proyectos en los que invertían, sin embargo, estaban en fases muy tempranas, por lo que era complicado medir el potencial de cada tecnología y asegurar cierto retorno de la inversión.

Con aportaciones medias de 50.000 euros en cada empresa, muchos proyectos se quedaban por el camino, lo que llevó al programa a acumular pérdidas de más de 40 millones de euros, según recoge Merca2. Wayra se hacía con participaciones de entre el 7% y el 10% del capital de dichas empresas, una inversión a largo plazo que no siempre llegó a buen puerto. Ahora, aseguraba ayer Gonzalo Martín-Villa en la presentación en Madrid, “se están viendo los resultados”.

“El adolescente rebelde tiene que ponerse a trabajar, su misión es acelerar el negocio de Telefónica”, indicaba Arias en relación a Wayra. ¿Cómo hacerlo? Apostando por empresas maduras, con modelos probados, que enriquezcan el portfolio de servicios digitales de la empresa española. “Necesitamos compañías que puedan soportar los tiempos de compliance y los ciclos de venta de una gran corporación”, aseguraba el directivo.

Por ello, Wayra elevará sus ticket de inversión hasta los 150.000 euros y respaldará entre treinta o cincuenta empresas al año (antes invertía en cerca de un centenar de start ups cada año). “No podemos tener empresas entrando en los hubs cada doce meses porque las corporaciones más maduras que pueden hacernos crecer en términos de negocio pueden aparecer en cualquier momento”, explicó Arias.

Otra novedad respecto al modelo anterior es la forma de invertir. Tras inyectar los primeros miles de euros en algunas start ups, Wayra ya no quiere invertir sola. “Acudimos a rondas de financiación”, asegura Andrés Saborido, responsable de Wayra en España, en una entrevista con Kippel01. El respaldo de otros inversores también constituye un voto de confianza en las empresas en las que invertirán.

El ecosistema español ha madurado: hay más inversión, muchas más aceleradoras y proyectos con nombres y apellidos. Ante tal situación, Wayra se ha visto obligada a madurar y a buscar su valor añadido ante la creciente competencia. ¿Y qué tiene por ofrecer? Escala, internacionalización, tecnología, una amplia red comercial y 343 millones de accesos.

“Nuestra oferta fundamental es hacer negocios juntos -aseguraba Arias-; si además ponemos nuestro dinero y apostamos por ellos, mejor aún”. La teleco ya trabaja con un centenar de start ups en distintas áreas, pero se imagina un futuro a medio plazo en el que la cifra de empresas que trabajen con ella supere las 200 y en el que “el elefante se convierte en una masa de pequeñas gacelas que trabajan juntas”.