De la ‘última milla’ a crear escala: las grandes trabas para abrazar la era 4.0
A la hora de desarrollar y definir las distintas fases en su proceso de digitalización, las compañías de cualquier sector deben tomar varias medidas ante los desafíos que plantea la adopción de nuevas tecnologías en el conjunto del negocio.
El reto de la última milla, generar escala y definir un plan de acción a varios años vista. Estos factores, entre otros, son algunos de los mayores retos que afrontan las empresas, indistintamente del sector en el que operen, a la hora de abordar la digitalización y la transformación tecnológica, según un documento elaborado por McKinsey&Co.
En primer lugar, la consultora destaca que los grupos deben materializar un plan de acción tecnológico, en el que se detallen las inversiones estratégicas que se requieren y el uso concreto que se va a hacer de una tecnología para reinventar el modelo de negocio o abrir nuevas vías de negocio apoyados en la digitalización.
Para innovaciones como la inteligencia artificial, por ejemplo, el artículo subraya que se han identificado más de 400 casos de uso distintos en sectores como el de la banca, la electricidad o el retail. Una compañía puede necesitar aplicar decenas de soluciones a lo largo de la cadena de valor, vinculadas todas ellas a una sola tecnología.
Por ello, aunque se puede comenzar trabajando con proveedores externos en un principio, a la larga es más rentable generar una estructura que permita desarrollar nuevas soluciones tecnológicas para el negocio in house.
De una misma tecnología, una compañía puede requerir implementar decenas de soluciones distintas a su cadena de valor
El segundo gran desafío que plantea la trasformación digital es que el valor añadido derivado de una nueva tecnología se produce cuando mejora el rendimiento más allá de la unidad de negocio en la que esa tecnología se adoptó primero. McKinsey denomina este fenómeno como última milla.
Por ejemplo, en el caso de que el departamento de I+D de una empresa desarrolle un nuevo material para un producto, el impacto de esto se verá restringido si el departamento de aprovisionamiento no plantea cómo introducir dicho material en el proceso de fabricación para que resulte más eficiente que los que ya se utilizan.
Por ello, McKinsey recomienda la creación de un grupo de trabajo que englobe al consejero delegado y también a altos directivos de cada departamento de la empresa (desde producción hasta márketing) para analizar la implementación de la tecnología en cada uno de los estadios de la cadena de valor.
El valor añadido se produce cuando mejora el rendimiento más allá de la unidad de negocio donde se adoptó primero dicha tecnología
El tercer reto de las empresas en su proceso de transformación digital está vinculado a la generación de economías de escala para rentabilizar las nuevas tecnologías. El documento también resalta la necesidad de configurar equipos internos con expertise en el uso de las nuevas tecnologías que se desean implementar. Esto permitirá a la empresa operar de forma más independiente, dejando de depender de asesoramiento externo en la materia.
En último lugar, otro de los factores clave para abordar el cambio tecnológico es la implantación de una estrategia de análisis de datos, tanto en el canal físico como en el online. La consultora destaca en este sentido como muchas compañías (entre ellas algunas del sector de la moda como Nike, Shiseido o Marks&Spencer) han optado por adquirir empresas especializadas en el desarrollo de tecnologías interesantes para ellos. De este modo, han podido incorporar esta know how en su seno.
Para elaborar su análisis, McKinsey ha entrevistado a más de 500 consejeros delegados de todo el mundo acerca de su opinión sobre el impacto de la tecnología en la mejora de la eficiencia de sus negocios. La mayoría de los consultados ha afirmado que estos procesos les permitirán incrementar las ganancias y el retorno de los accionistas de sus respectivos grupos entre un 30% y un 50%.