Donald Trump regresa a la Casa Blanca y cambia la política climática de EE. UU.

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Donald Trump regresa a la Casa Blanca y cambia la política climática de EE. UU.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca altera drásticamente la política climática de EE. UU., centrada en el negacionismo y el impulso de combustibles fósiles.

Descripción

El regreso del republicano Donald Trump a la Casa Blanca este lunes marca un drástico cambio en la política climática de Estados Unidos, que ahora ve cómo se reemplaza a Joe Biden, considerado por muchos el presidente más proactivo en la lucha contra el cambio climático, por un mandatario que cuestiona la influencia de la actividad humana en el calentamiento global. Este giro radical en el país que históricamente más dióxido de carbono ha liberado en la atmósfera se produce en un contexto de creciente politización del cambio climático en Washington.

Hasta hace poco, la lucha por la protección del medio ambiente no era un tema partidista, con demócratas abogando por la descarbonización y la conservación de la biodiversidad, mientras que los republicanos han tendido a cuestionar la ciencia detrás del cambio climático para favorecer los combustibles fósiles y promover la desregulación. Richard Nixon, un presidente republicano, fue pionero al establecer la Agencia de Protección Ambiental en 1970, un hito en la creciente preocupación por la contaminación industrial.

Sin embargo, esta tendencia a la acción ambiental cambió bajo la administración de Ronald Reagan, quien se centró en la desregulación de las industrias de hidrocarburos. Aunque durante su presidencia la conciencia sobre el cambio climático comenzaba a emerger, fue James Hansen, climatólogo de la NASA, quien en 1988 testificó ante el Congreso sobre el calentamiento global y su vínculo con la actividad humana, un evento que alteró el paisaje del debate climático. Su sucesor, George H.W. Bush, adoptó un discurso ecologista, pero la realidad de sus acciones fue considerada insuficiente.

Con Bill Clinton en el poder, se buscó avanzar en el ámbito internacional, logrando el Protocolo de Kioto, aunque este no fue ratificado por el Senado estadounidense. La retórica opositora comenzó a consolidarse con campañas de relaciones públicas de las petroleras, apoyadas por think tanks que trabajaron para crear dudas sobre la ciencia climática. Este clima de desconfianza fue más allá con la llegada de George W. Bush, quien retiró a EE. UU. del Protocolo de Kioto y cimentó un enfoque más agresivo hacia los combustibles fósiles.

Barack Obama intentó, sin éxito legislativo, llevar a cabo regulaciones significativas que impulsaran la transición hacia energías renovables y combatieran el cambio climático, logrando avances como el Acuerdo de París. Sin embargo, la llegada de Donald Trump marcó un retorno a políticas menos enfocadas en el cambio climático, buscando desmantelar las iniciativas establecidas por su predecesor y proponiendo un mayor aprovechamiento de los recursos fósiles.

Con su enfoque negacionista y su intención de retirar a EE. UU. del Acuerdo de París una vez más, Trump representa un retroceso alarmante en las luchas ambientales. Sin embargo, expertos advierten que su capacidad para revertir los cambios hacia la descarbonización y los compromisos climáticos será limitada, enfatizando que la transformación en curso es irreversible a largo plazo.