Tesla se beneficia de su integración local en medio de la guerra arancelaria impulsada por Estados Unidos
La guerra arancelaria entre Estados Unidos y otros países transforma los mercados, pero Tesla destaca por su sólida integración local en este contexto desafiante.

La guerra arancelaria entre Estados Unidos y otros países ya es una realidad palpable en los mercados financieros. El anuncio de aranceles que van desde el 10% hasta el 49% en productos importados ha generado preocupación sobre su posible impacto en el crecimiento económico global y el aumento de la inflación. Este panorama ha afectado especialmente a la industria automotriz, incluyendo a Tesla, la compañía liderada por Elon Musk, quien también se ha alineado políticamente con el expresidente Donald Trump.
A pesar de este complicado contexto, Tesla tiene una ventaja competitiva: la integración de su cadena de suministro. Su gigafábrica en Berlín, por ejemplo, tiene la capacidad de producir hasta 500,000 vehículos al año, y cada vez más componentes provienen de proveedores europeos, alcanzando aproximadamente el 92% en el caso del Model Y. Esto le permite a Tesla mitigar el impacto de los nuevos aranceles, a diferencia de muchos de sus competidores que dependen de cadenas de suministro más dispersas.
Las tasas arancelarias impuestas por Estados Unidos, que incluyen un 25% para coches no estadounidenses, han llevado a Canadá y China a reaccionar con gravámenes equivalentes. Aunque Tesla ha visto declinar su acción en casi un 50% desde diciembre, debido a la baja en las previsiones de beneficios y una caída del 13% en las ventas del último trimestre, su modelo de negocio parece más robusto frente a estos desafíos en comparación con otras marcas automotrices.
Emérito Quintana, asesor del fondo Numantia Patrimonio, destaca que la estrategia de Musk de contar con proveedores locales potencia su posición en esta guerra comercial, sugiriendo que Tesla podría beneficiarse de un incremento de costes menor que sus competidores a pesar de los aranceles. Analistas de Barclays también comparten esta opinión, afirmando que casi todo lo que vende Tesla en Estados Unidos lo fabrica en su territorio, aunque algunos precios de materias primas podrían verse incrementados por la situación actual.
Sin embargo, la presión sobre Tesla no cesa. La disminución de las ventas y el boicot asociado a la politización de la marca por la alineación de Musk con Trump han sido factores negativos que afectan sus resultados financieros. Si bien algunos analistas mantienen una visión optimista sobre el futuro de Tesla, otros consideran que la valoración actual de la empresa, con una relación precio-beneficio de 90 veces, es excesiva y representa una burbuja en el mercado.
Por otro lado, SpaceX y Starlink, otras empresas controladas por Musk, también podrían experimentar repercusiones debido a esta guerra arancelaria. Aunque su enfoque principal se ha centrado en el mercado estadounidense, su reciente expansión internacional podría enfrentar desafíos como resultado de tarifas que impacten sus contratos con otros gobiernos y empresas en el extranjero.