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De Waymo a General Motors: sin alianzas no habrá coche autónomo

Tecnología

De Waymo a General Motors: sin alianzas no habrá coche autónomo

La filial de Alphabet dispone de socios como Intel, Jaguar Land Rover y Fiat Chrysler en el desarrollo de la conducción autónoma. Por su parte, General Motors cuenta con el respaldo de Honda en esta carrera.

Descripción

La carretera que lleva hacia la conducción autónoma es larga, con muchos peajes que pagar y muchos obstáculos que sortear. Fabricantes automovilísticos y empresas tecnológicas llevan años trabajando en el desarrollo de la tecnología que haga posible que los coches circulen por las calles sin nadie al volante. En ese sentido, las alianzas se han vuelto cruciales: unos ponen la infraestructura, y los otros, la tecnología.


Waymo es uno de los grandes pioneros del sector. La filial de Alphabet fue fundada hace nueve años como el Self-Driving Car Project de Google y es uno de los referentes en cuanto a desarrollo de las tecnologías que componen al vehículo sin conductor. En su caso, la empresa ha requerido de la colaboración con terceros para encauzar su proyecto: Intel, Jaguar Land Rover y Fiat Chrysler figuran en su cartera de socios.

Su recorrido en este campo ha llevado a Waymo a ser de las escasas compañías con una flota de coches autónomos circulando por la vía pública (en pruebas). La intención de la compañía es lanzar a finales de año el primer servicio de transporte de pasajeros con tecnología de autoconducción, que funcionará mediante una aplicación con la que los usuarios podrán solicitar los vehículos.

Mientras que el avance en este campo ha sido boyante para la filial de Alphabet, otras empresas, como Uber, han sufrido varios traspiés en el proceso de desarrollo de la conducción autónoma. Tras el atropello mortal a un peatón por uno de sus coches sin conductor, el grupo estadounidense se vio obligado a suspender temporalmente su programa. Ahora, la compañía vuelve a ir a velocidad de crucero: recaudó este verano 500 millones de dólares (435 millones de euros) de Toyota para la construcción de su futura flota y destinó 150 millones de dólares (130 millones de euros) a un nuevo hubdedicado en Toronto el mes pasado.

Toyota es un actor que está apostando muchos recursos a la industria del vehículo autónomo. El fabricante japonés se alió la semana pasada con el grupo de telecomunicaciones Softbank para lanzar una joint venture que desarrolle la tecnología necesaria y que proponga servicios de transporte compartido. La empresa, llamada Monet Technologies, contará con un capital de 2.000 millones de yenes (15,2 millones de euros) de inicio.

Honda es otro player nipón con objetivos ambiciosos en el terreno del coche sin conductor. En su caso, la compañía se asoció este mes con la estadounidense General Motors para trabajar conjuntamente en el avance de esta tecnología. Ambos irán de la mano a través de Cruise, la filial del fabricante norteamericano que se dedica al desarrollo de los vehículos autónomos. Honda destinará un total de 2.750 millones de dólares (2.392 millones de euros) al proyecto.

A su vez, General Motors contó el pasado junio con el respaldo de Softbank que, a través del fondo tecnológico Vision Fund, invirtió 2.250 millones de dólares (1.938 millones de euros) en Cruise. Con dicha operación, el conglomerado japonés se hizo con el 19,6% de la filial del gigante estadounidense. Cruise pasó a manos de General Motors en 2016, después de que la compañía desembolsara mil millones de dólares (870 millones de euros) en la adquisición.

En ese aspecto, el hincapié de Asia en el vehículo autónomo es bastante notorio. El gigante chino Baidu también está apostando por este tipo de conducción y cuenta con partners, cuanto menos, curiosos. Blackberry es uno de ellos: se aliaron a inicios de este año para desarrollar sistemas tecnológicos de forma conjunta. Por ejemplo, Baidu acordó integrar su software en la plataforma de coches autónomos de la empresa canadiense.

Baidu cuenta con el permiso de Pekín para testear los vehículos sin conductor en sus calles. China quiere convertirse en uno de los jugadores con mayor potencial en este campo y las empresas lo saben. Waymo, por ejemplo, abrió en verano una filial en el país asiático para diseñar productos y componentes del coche autónomo.

Queda mucho por recorrer

Fabricantes y tecnológicas han volcado su talento en el futuro de la automoción. Algunas se han empeñado en dejarlo bien claro, como Ford, que el año pasado puso al frente de su negocio al anterior responsable de la división de vehículos autónomos de la empresa. El contexto actual es incierto a la espera de una regulación sobre este tipo de coches y su convivencia dentro del tráfico urbano.

En Estados Unidos, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (Nhtsa, por sus siglas en inglés) trabaja en la adecuación de los estándares actuales a los vehículos sin conductor. Para las compañías que están inmersas en el desarrollo de flotas de coches autónomos es urgente que exista un marco que las habilite a circular.

En enero, General Motors presentó una petición solicitando una exención de las reglas actuales para usar vehículos de este tipo, así como otros controles, como parte de su plan para desplegar sus productos por las calles en 2019. En ese sentido, los fabricantes deben cumplir con decenas de normativas de seguridad que, en muchos casos, se escribieron con el supuesto de que un conductor con licencia asumirá el control del coche en cuestión. Esa situación lastra el avance en cuanto a pruebas reales, señalan las empresas.

También queda camino que recorrer en materia tecnológica. La llegada del 5G apunta a ser crucial para la circulación del coche autónomo, dado que se requerirá de velocidades de conexión tan rápidas que el tiempo de respuesta sea lo más cercano posible a cero. Para 2030, apenas un 15% de los vehículos podrá presumir de conducción totalmente autónoma, según el informe Five trends transforming the automotive industry de PwC.