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2018, ‘annus horribilis’ de Facebook con el escándalo de Cambridge Analytica

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2018, ‘annus horribilis’ de Facebook con el escándalo de Cambridge Analytica

La compañía ha afrontado un año no falto de polémica. En marzo se descubrió que la consultora Cambridge Analytica había conseguido en 2014 datos de 87 millones de personas de la red social y, un mes después, Mark Zuckerberg pedía perdón en el Congreso estadounidense.

Descripción

El 2018 de Facebook no se entiende sin Cambridge Analytica. La compañía estadounidense y la consultora británica van de la mano en la explicación de por qué este año ha sido especialmente complejo para el grupo que lidera Mark Zuckerberg. En marzo, la bomba estalló en Menlo Park cuando se descubrió que se había producido una fuga masiva de datos y la situación no dejó de empeorar a posteriori con más polémicas.

La información de hasta 87 millones de usuarios de la red social fue compartida de forma inadecuada en 2014 con un tercero, Cambridge Analytica. Los datos fueron utilizados por la empresa británica para construir una auténtica arma psicológica: un programa informático destinado a predecir las decisiones de los votantes durante las elecciones estadounidenses de 2016 y a lanzar mensajes influyentes para alterar su intención de voto.

El ciclón mediático azotó tanto a Cambridge Analytica como a Facebook. La primera bajó la persiana en mayo tras la pérdida de clientes y los elevados costes jurídicos derivados del caso. Unas semanas antes, la consultora había decidido destituir a su director ejecutivo, Alexander Tayler, y había asegurado que iniciaría una investigación sobre lo ocurrido. La crisis derivada del escándalo de Facebook se hizo insostenible para la compañía.

Mientras tanto, Facebook peleó por no perder credibilidad, no sólo frente a sus usuarios, sino ante las autoridades. Zuckerberg, cofundador y máximo responsable de la empresa, testificó en abril ante el Congreso de Estados Unidos para dar explicaciones por el escándalo de la fuga masiva de datos de Cambridge Analytica, un conflicto que se sumaba a la difusión de propaganda rusa en las elecciones de 2016 y que había traído de cabeza a la compañía durante todo el año anterior.

“No hicimos lo suficiente”, afirmó Zuckerberg en su comparecencia. “No tuvimos una visión suficientemente amplia de cuál era nuestra responsabilidad y eso fue un gran error”, expuso el directivo. “Fue mi error y lo siento -prosiguió-; comencé Facebook, lo administro y soy responsable de lo que sucede”. Un mes después, el empresario compareció ante el Parlamento Europeo para disculparse por lo sucedido. 

Envuelto en el que probablemente fuese el mayor vendaval que ha sacudido a Facebook, Zuckerberg se comprometió a ejecutar reformas significativas para que no se repitieran episodios similares y aseguró que, a finales de año, el grupo tendrá a un total de 20.000 personas trabajando en seguridad y revisión de contenido. Para el cofundador de la red social, había llegado la hora de recuperar la confianza tanto de usuarios como del sector.

Una de las reacciones más inmediatas de Facebook fue modificar sus herramientas para que los usuarios supieran qué datos comparte la compañía. Dicha medida buscaba mantener más informadas a las personas registradas en la red social, y dotarles de un mayor control de su privacidad. Asimismo, el grupo bloqueó en mayo alrededor de doscientas aplicaciones por posible uso indebido de datos recopilados de los usuarios de la plataforma. En este caso, se trató de una decisión preventiva.

Mientras Facebook trataba de reconquistar terreno, la cúpula de la empresa se agitó. El cofundador y consejero delegado de WhatsApp, Jan Koum, se marchó en mayo tras recibir presiones por parte de Zuckerberg para debilitar el cifrado de datos de la aplicación de chat. Y es que el máximo responsable de Facebook planteó un cambio de estrategia en WhatsApp para que cruzara los datos entra las plataformas del grupo, como Facebook, Messenger e Instagram. Esto abriría una vía comercial a la compañía para vender publicidad a través de la plataforma de mensajería instantánea, idea que no gustaba a Koum.

Tras la salida del cofundador y consejero delegado de WhatsApp, Alex Stamos, director de seguridad de Facebook, anunció en agosto que abandonaba su cargo. El ejecutivo mantenía desde hacía meses desacuerdos internos con la compañía sobre cómo la plataforma debía manejar la difusión de las noticias falsas, según The New York Times. Un mes después, Kevin Systrom y Mike Krieger, fundadores de Instagram, dejaban la empresa ocho años después de crear la red social.

No obstante, ni las fake news, ni las filtraciones de datos, ni la marcha de algunos de sus directivos pudieron con Facebook, que entre enero y septiembre contabilizó unas ganancias de 15.230 millones de dólares (13.398 millones de euros), un 30% más respecto al mismo periodo del año anterior. En paralelo, la empresa estadounidense anotó una cifra de negocio de 38.924 millones de dólares (34.242 millones de euros), lo que representa un crecimiento del 41% si se compara con el mismo intervalo del ejercicio previo.

La ‘Ley de Murphy’ de Facebook

Si algo malo puede pasar, pasará. Cuando parecía que Facebook podría echar tierra encima del caso Cambridge Analytica a base de soluciones de seguridad, nuevos escándalos volvían a situar a la empresa en el foco mediático. En septiembre, el grupo reveló haber sufrido un ciberataque que afectó a cincuenta millones de cuentas de su red social. Los responsables podrían haber obtenido información privada y acceder a dichas cuentas como si de los propios usuarios se tratasen.

Semanas después, trascendió que un grupo de ciberdelincuentes puso a la venta un paquete con los datos personales de 120 millones de usuarios de Facebook, que entre otra información contendría mensajes privados de los afectados. Este ataque cibernético se llevó a cabo a través de extensiones maliciosas de navegadores de Internet, como Chrome, Opera y Firefox.

En diciembre, un documento de 250 páginas publicado por el legislador británico Damian Collins reveló que la compañía compartió y vendió datos de sus usuarios a ciertas empresas incluso después de haber prometido que limitaba el acceso a esta información a las aplicaciones vinculadas a la red social. En dicho informe se incluyen emails enviados entre los directivos del grupo, incluido el propio Zuckerberg.

La revelación procedió, por tanto, del comité del Parlamento británico que se encarga de investigar el caso de Cambridge Analytica, y que solicitó a Facebook documentos internos sobre el uso de datos en noviembre. Según la investigación, la compañía de Menlo Park permitió mantener acceso a la información de sus usuarios a empresas como Airbnb, Netflix, Badoo y Lyft.

Y la cosa no acaba ahí, pues la compañía también comunicó en diciembre que las fotos de 6,8 millones de usuarios se vieron comprometidas entre los días 13 y 25 de septiembre. Este caso es especialmente sensible, no sólo porque terceros tuvieron acceso a imágenes que los usuarios no dieron permiso para compartir, sino porque Facebook habría violado el Reglamento General de Protección de Datos al no comunicar el error en menos de tres días desde que detectó el fallo de seguridad.